Aniversario de Stratovarius: 20 años de "Episode"
Por Santiago Pogonza
Hoy se cumplen exactamente dos décadas de la edición del disco “bisagra”
de los fineses Stratovarius y de la escena del power metal mundial, el aclamado
“Episode”, lanzado un lejano 22 de Abril de 1996. Llegó a mí unos meses después
de su edición en la Argentina, cuando tenía unos escasos 10 años de edad… es el
primer disco de metal que escuché y esta reseña será el summum de la subjetividad.
No estará demás graficar una breve visión general de las grandes
ligas de la escena para aquellos días: el negocio estaba signado por el apogeo
del grunge, titanes como Judas Priest y Iron Maiden habían perdido a sus
carismáticos vocalistas, bandas thrashers ablandaban sus propuestas masivamente,
bandas blackers endurecían sus propuestas con muertes y piromanía anticristiana
(!), Metallica lanzaba “Load” y “Reload” (se pueden traducir como “Cagada” y
“Recagada”), Helloween no se quedaba atrás con “Pink Bubbles Go Ape” y el
innombrable “Chameleon”, Ritchie Blackmore abandonaba la guitarra eléctrica… en
fin, un panorama un tanto pálido, que sería revitalizado por una banda emergida
del under del fin norteño del mundo!
Stratovarius venía batallando desde mediados de los 80s, cimentando
una más que respetable carrera a base de discazos como “Fright Night” (1989), “Twilight Time” (1992), “Dreamspace” (1994) y
“Fourth Dimension” (1995), que constituyen una ascendente escalera de evolución
musical y sonora, con los cuales de a poco fueron saliendo del ámbito local,
tocando primero en países vecinos y conquistando el mercado japonés y alemán.
Para el último CD mencionado, incorporan al cantante Timo Kotipelto, pero el
guitarrista Timo Tolkki ambiciona aún más y en una jugada arriesgadísima echa
al tecladista Antti Ikonen y al baterista Tuomo Lassila, miembro fundador del
conjunto en 1984 y último integrante original que quedaba. Inmediatamente, con
férrea determinación, contacta y adiciona a 2 bestias “extranjeras”que admiraba
muchísimo… nada más ni nada menos que el tecladista sueco Jens Johansson, que
vivía en Estados Unidos, que integró la época dorada de la banda de
Yngwie Malmsteen (los primeros 4 discos: “Rising Force”, “Marching Out”, “Trilogy”
y “Odyssey”), que grabó y giró con Dio para la época de “Lock Up The Wolves” y
estuvo cerca de encargarse de las teclas de Dream Theater tras la partida de
Kevin Moore. Para el puesto de batería, la responsabilidad cayó en manos del
alemán Jörg Michael, que pasó por muchísimas agrupaciones fundamentales de su
país (destaco Rage, Running Wild, Grave Digger, Mekong Delta y Axel Rudi Pell,
entre tantas).
Con la confianza de tener bajo su batuta un dreamteam, el líder registra también como productor junto a ellos sus nuevas canciones en el histórico estudio
Finnvox de Helsinki, al cual de ahí en más pusieron en boca de todo el planeta.
Los primeros segundos de la obra inician con un sugestivo tic-tac de reloj para explotar en “Father Time”, un contundente tema de heavy-power como para ya de entrada saber que no va a ser un disco más! Exhuberante en cuanto a arreglos percusivos, con memorables coros luego del solo de guitarra, sutiles colchones de teclados que explotan orquestalmente finalizando la canción, y un monumental desempeño del bajo a cargo de Jari Kainulainen, de los mejores del palo en mi humilde opinión. Gran letra del cantante, cuya profética estrofa final dice: “Ahora entiendo, tomaré del tiempo lo que necesite y lo guardaré en mi interior, para allí encontrarlos. No puedo negar que los años pasaran, pero no me molesta porque ahora comenzaré a realizar mi sueño”.
La misma energía sigue con “Will The Sunrise”, con riffs que quedarían pintados en algún disco firmado por Blackmore/Dio, un hitazo neoclásico que trae luego del segundo estribillo el primer superduelo entre Tolkki y Johansson, sacándose chispas mutuamente.
Demostrando que no todo es vértigo y doble bombo, asoma un “Eternity”,
con una magnífica intro de teclados, coro y guitarra acústica para desembocar
en un durísimo riff con base a medio tiempo. La inspiración lírica es casi borgeana:
“Puedo sentir extraños pensamientos en mi
mente. Qué pasa si no estamos solos aquí, si hay un clon de cada uno en alguna
parte, duplicando todo lo que hacemos (…) Por qué no me llevas allí? Quiero
sentir algo infinito, por qué no solo nos atrevemos. Porque todo después
permanece... eternamente”.
La pieza “Episode” actúa como un climático interludio, que si fuera
creada antes podría haber terminado en el primer disco solista de Timo,
“Classical Variations and Themes”. Recuerdo preguntarme de niño por qué no la
habían puesto como primer track de la obra, pero creo ahora que está donde
tiene que estar, funciona a la perfección si a su culminación aparece un “Speed
Of Light”, otro con temática obsesiva con el paso del tiempo. Sigue siendo uno de los más
grandes clásicos del quinteto, breve pero efectivísimo, derrochando virtuosismo
en cada acorde con una fórmula que sería replicada hasta el hartazgo por
Sonata Arctica, Dragonforce y un sinfín de conjuntos de todo el mundo.
Nuevamente evitan la chatura con una canción que transpira la década
de los 80s por todos sus poros, “Uncertainty”, que con su sobrio uso de la
distorsión evidencia más la exquisita labor de las 6 cuerdas del bajo de Jari.
Es la primera compuesta íntegramente por Kotipelto.
La dramática “Season Of Change” se encolumna entre lo mejor producido por los nórdicos en toda su carrera, con una fantástica letra existencial de Tolkki... el feeling de Kotipelto, la impecable ejecución de todos los instrumentos y la calidad de los arreglos no tienen comparación, a lo sumo puedo decir que el desarrollo general y su apoteosis emociona tanto o más que "Stargazer" de Rainbow. Acá hubo más presupuesto y el gordo se dio el lujo de contar con un mayor ensamble clásico, ya que la primer experiencia similar fue en el disco anterior con una breve intervención de un cuarteto de cuerdas, para "Twilight Symphony".
Otro gran momento de "demostración" de talentos vendría de la mano de “Stratosphere”, que junto con el futuro "Holy Light" se convertiría en uno de sus más aclamados instrumentales, siguiendo con la tradición de tenerlos desde su primer disco, cosa que interrumpirían posteriormente en "Destiny" (1998) y que volvería por última vez en "Elements Pt. 1" (2003).
El momento más épico es “Babylon”, un temazo bien doom que no hubiese desentonado para nada en alguno de los primeros discos de Candlemass, con una cadencia pesadísima y melodías orientales acordes a la mística de la histórica ciudad mesopotámica ("Un nuevo día nace en la antigua Babilonia, revelando misterios para ver. Esta interminable caravana nunca termina su viaje. Volaré con las alas del viento, puedo oírte llamándome, estoy ciego pero veo... Babilonia, tu recuerdo me persigue por siempre").
“Tomorrow” es un orgasmo powermetalero de 5 minutos, ya en la introducción descolla la avasallante batería del alemán, indicando uno de los principales manantiales de inspiración: el metal melódico germano, aunque también hay guiños al "arcoiris" del famoso y cabrón violero inglés, pionero de los duelos entre teclas y guitarras. Este hitazo (que inexplicablemente duró muy poco en sus setlists) sería tomado como "guía" por los locales Imperio para "Será Una Gran Victoria", así como "Against The Wind" para "El Tiempo Dirá" y Black Diamond para "Un Paso Atrás" y "Voy A Tu Encuentro"... chequeen y saquen sus propias conclusiones, amigos! :D
Tirando por la ventana todos los arquetipos de estructura de composición, van culminando con un atípico “Night Time Eclipse”, poseedor de variados climas, tal vez tributando el amor por el viejo Queensrÿche. El segundo segmento y los cambios de ritmo a partir de los 4:41 y los coros finales son la mismísima gloria!
El cierre está a cargo de “Forever”, una emotiva balada dedicada al trágicamente fallecido padre de Tolkki, con una bella letra mucho más sutil que la durísima "Father" del segundo esfuerzo solista del músico finés. En plan acústico y con arreglos orquestales, es una infaltable en los shows desde su creación.
Con esta placa de poco más de una hora de duración, revolucionaron la escena pesada, haciendo que todas las miradas se posen hacia esa gran cantera que siempre fue Finlandia. Y no sería su techo, ya que el siguiente paso discográfico fue el igualmente amado "Visions" (1997).
Con esta placa de poco más de una hora de duración, revolucionaron la escena pesada, haciendo que todas las miradas se posen hacia esa gran cantera que siempre fue Finlandia. Y no sería su techo, ya que el siguiente paso discográfico fue el igualmente amado "Visions" (1997).
Brindemos por esta eterna banda que sigue sacando excelentes obras, tal vez hoy mismo inicien el camino de algún jovencito como a mí en su momento... LARGA VIDA A STRATOVARIUS! ImI