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viernes, 18 de noviembre de 2022

Reseña del libro "Kábultran" de Christian Di Bari

 


Reseña de "Kábultran"

Por Santiago Pogonza

El colega de las sombras Christian Di Bari ha lanzado recientemente una nueva obra maestra, segundo libro completo de su autoría esta vez con formato de novela, marcando diferencia con “Sulum Tronus y otros cuentos de horror” (2019) que es su debut oficial, si es que exceptuamos todas las antologías de la que fue parte.

“Kábultran” es el título y corresponde al nombre de un puente que une dos colosales objetos estelares: el Astrocerebro, luminoso y obnubilante, y Apolux Alfa, oscuro y fétido. Y tal como anticipa el gran escritor argentino Nahuel Fernández Etlis en el prólogo, esta es la geografía donde se desarrollarán una serie de historias perfectamente entrelazadas, en un folklore cosmogónico harto espeluznante. Como si J. R. R. Tolkien hubiera desollado a H. P. Lovecraft y se vistiese con su piel para escribir toda una mitología.

Ahí reside la magia, estos célebres autores angloparlantes han nacido en el siglo XIX y Di Bari en el siglo XX, o sea que en la Edad Contemporánea (etapa comprendida desde el inicio de la Revolución Francesa en 1789 hasta la actualidad) el ser humano continúa intentando explicar los insondables orígenes de todo lo conocido. Hoy en papel, ayer en piedra, mármol, papiro y/o pergamino, anteayer en relatos orales. Aún se sigue buscando un sentido a la vida y la muerte, a los nacimientos y a las catástrofes, incluso en una era en la cual la mayoría de las personas miran sin ver, sus cuencas oculares están encandiladas por las pantallas de los celulares, la televisión y las computadoras.


Presentación "Sulum Tronus..." (2019) Foto: Fernando Díaz


“Kábultran” y sus 136 páginas llegan pasado el crepúsculo e invitan a prender una fogata para hacer un oasis de luz en la negrura, y combatir el frío con la calidez de una conversación fantástica. La misma que en la noche de los tiempos creaba religiones. Y vale destacar que esta obra es el corolario de un conjunto de diversos textos que hasta ahora se encontraban en formato canción… Christian también es “Airabid”, baterista y letrista de Black Metal desde mediados de la última década del pasado milenio. Habiendo evolucionado tras muchas etapas, conforma la encarnación moderna de Trono Infame en el conjunto Umbral Onírico, en cuyo único disco (“Perpethiam”, 2014) ya escribe sobre esos seres bautizados “gremirios” en la canción “Combate en los puentes oníricos”, y también menciona a una de las estrellas de las tantas constelaciones con las que jugó la Trinidad de los Selectos: “Narkatúk”.

Disuelto el trío Umbral Onírico, el siguiente paso del autor fue iniciar la banda Apolux Alfa, mismo nombre de la estrella negra que es orbitada por el planeta Tempanoth, que cobijaron al dios fallido que se menciona en el tema “Sacronus y el aposento de las siete serpientes”, en el CD “Frecuencia del cuarto tipo” del 2018. Pero no sería hasta 3 años después que se editaría el segundo disco “Putrefacción estelar”, plenamente conceptual y que dio origen al contenido extendido del libro. De hecho, en la contratapa del primero se exhibe un mapa definitivo que grafica todo el contexto de este horror cósmico, mientras que en las últimas páginas de esta presente obra reseñada se publicó un boceto original de lo mismo.


Airabid en vivo con Apolux Alfa - Foto: Chino Romero


La relación con la música no termina ahí, porque en el desarrollo de la novela en más de una ocasión se revela el origen de los más infernales acordes:

“Sirkéria se acercó a los huesos y levantó una caja torácica que debió pertenecer a una criatura antigua. La diosa no quería construir edificios sino un médium para invocar fuerzas. También encontró un fémur y un hueso con forma de arco, y se le ocurrió unirlos para crear un marco triangular. Ensambló todo y agregándole cabellos suyos, descubrió que con la tensión adecuada producían sonido. Comenzó en el extremo grave y poco a poco fue afinando el arpa con sus dedos deformes. Lo llamó Nébulus y a través de él canalizó sus penas con sinfonías fúnebres. (…) Dedujo que su música no estaba capacitada para alcanzar lo excelso, sino para capturar el idioma de las sombras y de todas las aberraciones que reclamaban ser escuchadas”.

Me es prohibido revelar más detalles de esta magnífica historia que exhibe diversos órdenes y niveles de dioses, subdioses, héroes y antihéroes. Porque también le quitaría sorpresa a un final totalmente inesperado que someterá al insomnio y al shock existencial al respetable, al concluir su lectura. Por ello recomiendo ya mismo contactarse con el autor o con la Editorial Thelema para hacerse de una copia de uno de los ítems más importantes de este año en curso.